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En aras de un susurro ...

En aras de un susurro ...

En aras de un susurro que nunca nos llega

Fran Ignacio Mendoza

 


-Mi amor es un delfín 1984

Del  0.1  al  0.5

-Mi amor es un delfín 1994

Del 0.6 al 1.7


 


Mi amor es un delfín    1984


 0.1

 

 

Quería hacerlo.

Y la niebla borraba cualquier límite seguro.

Te hubiera deseado la muerte, casi lo deseé,

Y el mar participaba de mi trama,

Con lenguas de olas detectando toda la lujuria,

Sobre un pecho de cobre y sudor perlado.

La primavera estaba enclaustrada

En una caja de zapatos ayer cuando

Ayer, te hubiera dicho algo estúpido,

Pero el silencio fue ágil y me detuvo,

Quizás te hubiera maldecido en tu presencia,

Sin pronunciarlo. Quería hacerlo.

Quiero un puñal azul para tu carne…,

Un rincón, que conocemos para encerrarte,

Sin promesas de besos, ahogarte hasta el cenit,

O lejos, muy lejos abandonarme.

La piel te hubiera ardido el deseo,

En aquella isla de pájaros negros,

Alguna noche cuando en tu sueño,

Susurrabas lo indecible o soportabas

La sombra de mis manos cerrándote la boca…

Cuando en tu sueño te acercabas al mío,

Y acercabas los dedos temblando sin frío,

Hacía mi costa más cercana, sin aferrarte.

Entonces tenía que odiarte. Calladamente.

Amarte, quería amarte y sabe Dios

Si solo amarte no era poco.

Que las tejas de la casa lo sospechaban todo.

Que el gas de la cocina quería quedarse abierto

Y más que  en tu vida entera imaginaras, sin este vacío.

Todo eso también y amarte, amarte…

Y dejar de contarte rosas de forma tan bucólica.

 

 

0.2

 

 

El reloj no marcaba la hora a veces.

Mi mente viajaba por el jardín

En noches insomnes y contaba hasta las décimas,

Mientras tú y el tiempo dormíais

Tú eras un muñeco y no debías dormir,

Manejabas extraños poderes,

Incógnitos poderes en el baúl de sombras calculadas;

Yo era un segundo tuyo entonces…

La barca era el reloj sin agujas

Que remaban anónimas manos sin guantes.

Y te reías en el metro bebiendo whisky.

En el campo abierto de tu saliva,

Hemos visto correr coches sin ruedas,

Comerse las plantas a cuatro gansos y…,

Porque tu llegada ya estaba prevista.

La mujer mecida por el aire eras,

Con mil sombras divinas que te seguían

Hasta cementerios desconocidos, donde lloviendo,

Eras un calcetín enfangado sobre fuego fatuo.

Un espíritu errante con muletas,

En las gradas de todas las ermitas,

Donde escondíamos los pecados,

Cuando inocentes, de ellos temíamos.

Se nos emborrachaban los sombreros cada tarde,

Hastiados ya, cargados de polvo,

Amontonados al vacío de las bufandas.

Eras un muñeco con los pies clavados,

Donde no te permitía, gritando en el cuarto

Aplastado de oscuridad cuando emotivo suspirabas

Y adivinabas cristalinas o etéreas

Facultades de las cosas que adquirían otras formas.

Como dormido sobre mi pecho, amaneciendo,

De vuelta al cuartel, en el tren de largo recorrido:

Te contaba más mentiras.

Me despertó el reloj sin agujas

En la hora que estaba soñando con el pozo donde te ahogaste,

Y fue tu muerte preferida. Tu excusa de partir.

Tú eras la excusa cuando volvía la cabeza

Y te dejabas ver, lento, sin prisa,

Como el tiempo y la mañana…

Y el agua corre por tu cuerpo.

 

 

 

 

 

0.3

 

 

No dejo de pensar en ti.

No sé que anda corriendo por mi sangre.

El día ha sido muy largo sin verte.

Había un cadáver bajo un pino…,

Pero no era esto lo que tenía que decirte

Y abrí una ventana y salté al mar.

Delfines y rosas en el mar me acariciaban.

El sol reventaba las cabezas esta tarde

Y se veían los secretos y las vergüenzas

De todos, alimentándose de uñas.

Me duele la cabeza y no lo sabes.

Te ha llevado un mago y te ha traído

Como agua fresca para mi frente.

Te deseo bajo este clima bochornoso,

Un clima templado en la mirada.

Y los chinos bailando por la calle.

 

Bajo la cama hay mil pensamientos

Que arrojé después al desnudarte,

Y tu cuerpo se escapaba como velo de mis manos.

Y te sugería pantanos, bahías…,

Escondite oculto donde besarte,

Donde poder retenerte y hacerte ver,

Parador silencioso donde poder gritarte, gritarte.

 

Los sueños traen cadenas de rosas,

Delfines de oro para tu cuello, y otras veces,

Purpúrea alba para tus ojeras,

Sin haber dormido ni cinco minutos,

Con los ojos llenitos de lágrimas y cansancio.

Cuando en la lluvia temía una nube,

Y mi mano en tu hombro era una horca.

Y una caricia. No sé si debo decírtelo,

Me duele la cabeza y no lo sabes.

No sé si debo decirte que este amor cabalga,

Se despeña, te suplica si no te decides…

Sin saber como las moscas se comen el tiempo,

El nuestro y el de los chinos.

Y no lo sabes.

 

 

 

 

 

 

 

0.4

 

 

 

Mi amor es un delfín quebradizo,

Ante ondas oscuras amantes de mi sorpresa,

Ante un sol, sin verte en todo el día.

Detrás de mis pasos, las gaviotas,

Se iban detrás de mis pasos.

Un mago recitó una oda en la playa,

Pero yo sólo oí murmullo lunar

Y mi sombra al crujir, que también estaba cansada.

Cuando en la tarde suspirar es lento

Te recordaba y no había lugar para dejarte,

Como se deja un pañuelo,

Que se escurre de entre los dedos,

En la roca que nos deseamos.

 

Mi amor es un delfín inquieto,

Demasiadas veces lo encontré entre mi ropa,

Huyendo de las comadrejas. Debilitándose.

Te hubiera sugerido terraplenes,

Andén solitario donde tomar el tren que nos llevara lejos.

Donde estrecharte ya no fuera un fin.

Detrás de mis pasos y se puso el sol.

En pleamar, donde se descompuso toda ambición.

Pero no, no sé si debo decírtelo. Ya lo sabes.

En los cristales se ha empañado todo,

Y nos hemos visto reflejados en oscuras salas,

Imaginando, proyectándose todo…

Lo hemos llegado a imaginar todo,

Como dejar un pañuelo…

 

Mi amor es un delfín pequeño,

Sé que lo encontré ayer. Pero ha estado siempre,

Por las calles vagando sin agua.

Como los chinos. ¿Te acuerdas?

Estábamos locos, no éramos nosotros,

No éramos conscientes del poder

De la tarde, las gaviotas, el pañuelo y la roca.

Ante mi sorpresa en pleamar, ¡donde estrecharte!

Todo. Todo como en el tren.

¿Te acuerdas?

 

 

 

 

 

0.5

 

 

¡Di! ¿Te acuerdas?

Tú eras un muñeco y no lo sabías,

Ante mi sospecha y por horizontes…

Aunque los caballeros no mientan

Ya sabes lo del tren de largo recorrido.

Mi amor es un delfín desmemoriado,

Mil veces tenía la costumbre de olvidarse,

Y se lo recordaba como un papagayo…

Sin lugar para olvidarte…

Como se olvida un pañuelo.

Te ha llevado un mago que recitó una oda,

Y me duele la cabeza sin verte.

Esta tarde el sol, esta tarde el sol se puso

En pleamar, esta tarde.

Y las gaviotas se iban detrás.

 

Bajo la cama, ya lo sabes,

Tu cuerpo se escapaba como velo,

Sin haber dormido en tanto tiempo

Y ese trabajo de enhebrarlo todo…

Te sugería argumentos, datos. Sudando.

Tú eras un muñeco y un delfín, todo.

Mi mano en tu hombro era un vínculo,

Pero no sé si pude decírtelo.

Los sueños traen cadenas de chinos

Para mil pensamientos que arrojé,

Sobre tu pecho, en la roca deseada.

Me duele la cabeza y mi amor,

Y éste, es un rito del pasado hacia el mañana…

Te hubiera sugerido emboscadas,

Teléfonos para llamarte y no decir quien soy.

 

No dejaba de pensar en ti.

No sabía como alejar aquel silencio,

Cuando llovido tu cuerpo venía y te perdías

Demasiadas veces…ya lo sabes.

Estábamos locos…  ¿quién lo diría?

Locos, muy locos…

 

 

 

 

 

 

 

 

0.6

 

 

Una rapsodia al despuntar el día,

Quema con fuerza la insistencia y el peligro,

Y Bach vuelve a ponerse…

Soplando a veces un aire gélido que nos separa,

Adentrándonos, otras veces, en el calor de las llamas…

En fase de transmutación,

El orden riega los pormenores con cuidado,

Como se riegan las rosas si eres quien ama.

Y determinado te ofrezco sal, agua,

Y luego, un pozo donde sumergirte

Y salvarte en el último momento.

Da un salto y coge el punto azul de la estrella polar,

Sin que te pierdas en el regreso.

La luz de la órbita no te ciega hoy,

Pero el sol saldrá pronto y quizás sí.

No temas, mi amor es una llave secreta

Que tú has de procurar no perder y así los siglos,

Te irás haciendo con la idea.

 

Introduce la coordenada y conecta de nuevo con el alma.

Tres días sin luna, son tres días sin amparo.

Ahora quiero el espejo que dibujaste en tu iris.

Amándome más.

Pulsa el interruptor de la tregua,

Mientras la pantalla continúa parpadeando

Repitiendo una sigla que no acabo de descifrar.

Insisto y escapo. Esperando tus besos a la puerta…

Para reducirlo todo a cenizas.

Empapado por dentro minuto a minuto.

¿Recuerdas el poema del delfín?

No dejes que vuelvan a pasar diez años.

 

 

 

Mi amor es un delfín  1994

 

 

0.7

 

 

…Te hubiera sugerido emboscadas,

Teléfonos para llamarte y no decir quien soy.

¿Recuerdas en tu sueño mi sueño?

 

Te había amado desde el pasado

Hacia el mañana, con el mismo velo

Que cubre de silencio, cubierta la herida

Y seca la sangre, pero el olor permanece.

El sabor se asemeja dulce-amargo en los labios,

En el pecho el vuelo ansiado nace,

La raíz que arranca el más puro deseo.

Y lo confundimos. Lo evitamos y acosa luego.

Y es el cuervo que picotea en tus sienes por la noche

Y despierta las arañas de tus vísceras,

Violentamente, ascendiendo a la región craneal,

Atacando la ternura y la mirada…

Bajando a la región húmeda de tus pantanos sombríos.

Todo oculto tras esos ojos de sufrimiento y mar

Que detesto si reflejan un mapa ajeno.

 

Te hubiera sugerido emboscadas entonces.

Te voy a perseguir desde el sueño,

A arrancarte el corazón y saborearlo lentamente.

Dulce, que me sacie.

Beber de tus venas abiertas, cuando en la entrega

Yo te ampare y me sustente con el sorbo.

Vampirizado estoy. Harto.

 

 

 

0.8

 

 

Escupido en los ojos,

Llanto que aborrezco hoy tan lejano,

Tanto tiempo desde ayer…

En los ojos, la luz que ilumina y ciega

Según tu deseo criminal, o sea, el pulso,

A veces el ansia que me duele y estalla.

Hoy.

 

Esperado en el alma,

Tanto tiempo desde siempre,

Eso que arde o hiela el impulso, la tensión,

Y que a veces al rozarnos sin querer, nos electriza.

Desaliento llega a acostumbrar,

Desacostumbrado hoy.

 

Carcomido por los minutos en la sombra

Que jamás podrías ver: instante velado.

Cuando sufro y odio este pesar que cargo,

Que nace o muere hoy.

 

¿Escaparme hoy? ¿Cómo?

Si se acuesta al lado y yo recito,

El llanto cesa y el aire vuelve. Vivo.

Si dice que no es una locura… ¿qué es?

Persisto.

 

Escupido, adornado, asimilado,

Esperado, desolado, amado, trastornado,

Dolido, vampirizado hoy.

Dragado.

 

 

0.9

 

        

En el terreno de luz

Acabamos por tener miedo al sol,     

Y aquí, en el sótano, el silencio

Nos acapara con guantes sedosos, solos,

Con la palpitación hacia la órbita celeste.

 

Como en los sueños que traen cadenas de rosas,

¿Para acostumbrarnos a las cadenas o a las rosas?

Que arrastran nuestros deseos sin descanso,

Ahorcándonos a veces en el temor.

Temor del cielo a acariciar nuestras sospechas,

El hincapié que sobresale en la penumbra,

Pronto, súbito, y solo por amor.

 

En el terreno de luz, persistimos,

Inconcluso amanecer que anhelamos,

Como el día del tren de largo recorrido,

¿O fue la noche? Más mentiras.

Que sin creer alimentamos.

 

En el subsuelo, arrancado el haz, la simiente.

En el hombro el hato removido, medio vacío,

Aventura el día de la promesas.

El de los gallos que cantan sin adioses,

El de un “gracias”, dicho como se dice “vuelve”, “vive”.

En el terreno de luz al fin,

El camino se concentra.

Y todas las mañanas del mundo recuperan el sentido.

 

 

1.0

 

 

Un sueño creado por mi ilusión,

En el desierto del alma y la existencia,

Hoy se manifiesta defectuoso y detallado.

Un sueño doliente, real y carnal,

Un sueño de letargo entre moscas de lascivia,

Entre el mar y el sol y la compañía,

Que se amoldaba tan bien como sombra

En la quietud, la “solitud” y el desamparo.

 

Ahora el sueño acaba definiéndose sutil,

Y es un punzón que se hinca cada vez más,

En el momento que hubiera tenido lugar…

“un sueño con los pies clavados en el sueño”,

Aterroriza mi sorpresa e incrédulo, atónito,

Ante un fallido intento que acabó

Como todos los rincones de la tierra,

 Mal cuidado.

 

Un sueño aclimatado hasta la vigilia,

Un sueño que pudo haber sido historia

Y ya no es, ya no conmueve, no tiembla,

No aspira el olor cómplice y manso,

El olor de la resina sobre tu cuerpo,

Donde se alojaba aún y pernoctaba

Mi sueño amargo.

Duro horizonte y legado sin el sueño.

 

Despertar y ser consciente de ello.

 

 

 

1.1

 

 

Demasiadas veces tenía la costumbre de olvidarse,

Y se lo recordaba como un papagayo.

A veces hablamos demasiado también,

Dejamos extender tanto la lengua, que a menudo,

Asoma leve, iracundo y mordaz el corazón.

 

El corazón sagrado e impuro

Que ayuna amor en la alegría

Y es la tortura de los sueños.

Otras, en cambio, brilla un hilillo de incontinencia

Que no redime ni apacigua, sino que exalta,

Y es la locura que nos convierte en dioses.

Momentáneamente lúcidos y altivos más de una vez.

 

Demasiadas veces tenemos la manía de anticiparnos,

Y se pagan con sangre estancada las prisas,

Otras, nos morimos por dar el salto

Y ver más allá de la escasa iluminación,

Pero el miedo es un enemigo fiel,

Que no nos perdona nunca.

 

Y me lo trago como un papagayo.

Cigarrillos encendidos y apagados

En aras de un susurro que nunca nos llega,

Porque acostumbrados a la desdicha, ensordecemos.

Ni un ápice de deslumbramiento, ni una sílaba.

 

Así, demasiadas veces tenemos la osadía de no vernos,

De ser capaces de amar más,

Sin esperar nada a cambio.

Porque sólo el amor concibe al amor

Como un regalo apenas.

Un calor que te une al cielo y al infierno.

Sin precio.

 

 

 

1.2

 

 

Mi amor es un delfín escurridizo siempre,

Porque yo soy el monstruo

Capaz de someter a los hombres y espantarlos.

El diablo disfrazado de poeta

Que absorbe el alma a los mortales

Y les deja un vacío futuro a tientas.

 

Soy el dragón que te inflama

Y la tormenta que te anega,

El regalo deseado y repudiado al destaparlo.

Soy el que en sueños te devora

Y descuartiza niños infelices manteniéndote insomne,

El intruso predicador que te apelmaza

Con largas y monótonas oraciones hasta desesperarte,

El vampiro triste que aguarda una sola gota de tu sangre,

Para abrirse a la vida y guiarte…

El viento otoñal que la lluvia abraza con ternura,

La mesa plena de manjares y el veneno dulce

Como ambrosía  para saciarte en tertulias,

A la luz y a la flor del vino.

 

Siempre mi amor ha sido un delfín enfermizo,

Porque yo soy el lobo con rabia que te muerde,

El adán andrógino que te excita,

El escuálido temido que te persigue,

La flor que te corta el aliento al respirarla,

El agua virgen que fluye a saciar tu sed,

El tarado impostor que toda la humanidad acosa.

 

 

 

1.3

 

 

Soy yo, delfín, ¿me escuchas?

Estoy en una caja que tú cerraste mal,

Dentro de tu alma aguardada.

¡Destápame ahora! Tú sabes como…

 

Deja que me llegue el aire, la luz,

Deja que la complicidad crezca más.

No ahuyentes los temores,

Quien no vive con temor no reconoce

Donde está la razón a veces encontrada,

Y tantas otras, como la palabra, perdida.

 

Quiero ahogarme y que lo sientas,

Para satisfacer todo el ansia terrenal  y etérea,

Para que se fundan nuestros fluidos,

Que se entremezclen nuestros sueños,

Hasta no diferenciar cual es mío o tuyo.

 

Estoy aquí, delfín, siglos ha,

Y ahora que lo sabes, como lo saben

Los chinos bailando por la calle,

Evita más dudas, mira en el termómetro

Los grados de injusticia sufrida…

 

Como el pañuelo en el deseo de aparecer,

Ser descubierto una y mil veces, descubrirnos,

Nacer sobre tu pecho en la dicha,

Gloria ignota que no imagino siquiera,

Cuando ese acto nos eleve al fin, amándonos.

Sin haberlo idealizado, sin soñarlo siquiera esta vez…

Con los ojos llenitos de lágrimas y agradecimiento.

 

Dame delfín,

Tu mano para conducirme mientras llegamos.

Destapado ya no me asfixio y me cobijas.

Dime algo al oído que tú sabes decir,

Hasta la fusión de nuestras fuerzas…

 

El sol que nos obliga a despertar,

Inmersos en la conciencia diurna

De no decirnos nada.

La luna que nos invita a pernoctar,

Y estar exhaustos, recluidos,

Y no pedirnos más.

 

 

Estoy aquí delfín, ¿me escuchas?

Parece que ya no estamos locos,

Estamos juntos, bien unidos.

Desde el sueño a la vida.

 

 

1.4

 

 

En el cielo el recuerdo del delfín,

Y el augurio de los amores terribles, sempiternos,

Acompasa el aria ininterrumpida del latido,

Seco, cada vez más a oscuras, sedentario.

 

El latido solitario, evocador y triste amado,

Consumiéndose en la humedad creciente, bajo,

Más enterrado que el tubérculo…

La raíz podrida por el tiempo que destruye

Todo afán, todo persistir, todo amor,

Para caer en la ciénaga del mundo

Que se alimenta de corazones lacerados,

De arterias atrofiadas, de impulsos cotidianos.

 

El suelo tiene huellas, células muertas,

El olor que trae y resucita lo indecible a destiempo.

Retahíla inmarcesible de datos, sombras, detalles…

Como el pañuelo en la roca que tanto nos deseamos.

 

Revisíto secuencias ya absorbidas por la maleza,

Entre el pantano de la memoria y la credibilidad

Que adquieren tras un lapso,

Y encuentro los mismos fantasmas,

Los mismos jeroglíficos indescifrables entonces,

En la pleamar de las noches de insomnio,

Con la luna sobre al almohada.

Y los recuerdos escondidos como ratas,

Esperando su momento en la retaguardia.

 

Así, el mismo cielo que regula las tormentas,

Asiste al lúgubre espectáculo que contradice,

Y se cuartea en al soledad del alma.

El cielo de los recuerdos y las promesas,

Y el inequívoco son de la inmediatez rotunda:

El arado de amores terribles sempiternos,

Y el olor marchito que van criando.

 

En el brillo de los ojos la ternura hastiada,

El cansancio tan humano, tan silencioso, tan dolido…,

Y la luz que emiten, de repente, un segundo diáfana,

Como mortecina segundos después.

 

El constante tic tac de las esperas

Y el inconstante devenir que todo lo amalgama,

El dolor del latido y el silencio,

Y las horas que nunca podrán ser devueltas.

 

 

 

1.5

 

 

El día ha sido muy largo sin verte…

El día corre como las nubes, lento,

Pero la sangre se estanca a intervalos,

Que a veces son años, en el lago frío,

En el cuenco austrohúngaro de las miserias,

Que asimila los desdenes de la vida,

Con su ancestral abrazo,

Acuático y fluvial.

 

El día y el cielo y el final del día.

La mano que pasa levemente,

Acariciando el pomo de la puerta,

Que tras de sí, guarda el volcán, el vertedero

De dudas, secretos, e ilusiones,

Que nos empapelan hasta los bronquios.

Y todo por amor…

 

El mar cercano no evapora este pesar,

Este peso marmóreo, pétreo e indeleble,

Que sostiene sólo el hilo de un aliento,

Que aprisiona el eco de una lluvia

Pronta a romper…

Como se rompen los lazos con el tiempo,

O por un descuido fortuito…

 

Como bocanada negra que todo lo borra,

Como se nos cae un plato de las manos…

Ante la sorpresa…

Y en pleamar.

 

 

 

1.6

 

Desenlace I

 

Llegó la hora que el reloj no marcaba,

Se apea el tiempo desde el pasado hasta hoy,

Con el puñal azul que amó tu carne…

Con el mismo loco amor,

Que no hubiera conocido antídoto.

Harto aferrados cabe la sombra

Que la luz nos delimitaba,

Sujetos a cadenas de rosas,

Mientras decía que eran cadenas de chinos,

Ante la sorpresa sempiterna del mar que nos amó,

En aras de un susurro que nunca nos llegaba,

Y ahora el mar, lo que no sabe nadie,

El mismo cielo que regula las tormentas,

Nos protege y nos iza sobre la llama

Y el auge que eterniza todo fin, todo persistir,

Todo amor, hasta el último paso y en la muerte…

Porque la vida entera,

Ya sin el vacío que nos ahogaba nos dirige:

Perteneciéndonos hasta en el sueño.

 

 

 

1.7

 

Desenlace II

 

No dejaba de pensar en ti… ¿recuerdas?

Como el sol es el regalo de este amor,

Que no conoce freno ni debiera,

Y sólo concibe este sol,

Como un regalo apenas,

Una fuerza ascendente

Que nos une al cielo y al infierno.

Y así nos hemos ido buscando,

Dejando pistas que sólo nuestros ojos reconocían,

Lanzando deseos que sólo nuestras mentes reciben.

Te amo y puedo alzar la voz y gritarlo.

 

En el brillo de tus ojos me adoras,

Y lo sabes, pero no sabía si decírtelo.

Te amo y el mar entero participa de mi trama,

El mar entero sabe Dios si es poco para amarte.

Te amo, cuando estas palabras no se dicen,

Y cuando adoleces al pronunciarlas.

Te amo solamente.

Y todas las mañanas del mundo,

Recuperan el sentido.

 

 

1.8

 

Epílogo

 

Abren las puertas y todas las ventanas al día,

Al nuevo día que arremete los miedos

En jaulas de hierro.

Abiertos al nuevo sol que anuncia

Un paseo largo en compañía.

Se abren las manos que trabajan con fuego,

Y en el corazón, los posibles deseos ya suspirados

En la penumbra confidencial,

Desnuda la silenciosa sala de dudas y palpitaciones,

Desnuda y abierta, sin rincones oscuros

Que alberguen detalles inconclusos,

Metáforas malditas de días pasados bajo locuras.

 

Abren compuertas al mar ansioso de cuerpos

Ágiles y bellos,

A la hora del ocaso,

Con un retablo áureo de nubes. ¿Recuerdas?

 

 

1 comentario

Ernesto La Rosa -

Maravilloso encuadre, flashback poético, un excepcional trabajo que recomiendo a tod@s tus lecto@s.
Mi amor es un delfín es verídico?
;-) Saludos!