Aveces, incluso encuentro poesía en las uñas de los ciempiés, en las bañeras hipocondríacas de los viejos moteles o en la mueca inmoderada de un ser humano que no acepta las sinrazones.
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Tampoco tiene nada de lírico el saber que, en este preciso momento, en el mundo en el que habitamos, existen casi 60 guerras severamente cruentas, por mucho que los noticieros vayan a lo suyo y se centren únicamente en hablarnos de Gaza y Ucrania; quiero decir, todas las vidas, las de cualquier persona en este planeta, posee valor. Por otro lado, y, de manera notoria, también carece de poética.
Ahora estoy leyendo un combinado muy sofisticado de versos y prosa poética titulado “Solo el tiempo perdido”, que es, al mismo tiempo, la última obra de Fran Ignacio Mendoza. A Fran lo conocí hace años gracias a las Redes Sociales, esos lugares lúgubres y atestados de falsas apariencias donde casi siempre te encuentras con lo peor del ser humano. A modo de milagro cibernético, me sorprendió que Fran fuese un buen tipo, sensible, con compasión no sólo hacia las letras, sino también ante las injusticias (...)
Su nuevo poemario desgarra el papel y nos invita a adentrarnos en el tiempo perdido y en el paso de los minutos -para algunas personas las dos cosas pueden ser perfectamente lo mismo, o dicho a la ebria manera de Bukowski: “La mayoría de la gente va del coño a la tumba, sin que apenas les roce el horror de la vida”-. Ignacio Mendoza se atreve a expresar lo siguiente desde el filo árido de una poética muy bien sintetizada, vivida y sentida: “Testigo del tiempo pasado y del dolor/cuando llega, y no sabes/nunca sabes si te ha tocado un castigo/Sólo te das cuenta de que algo cambia.
Y es que todo es invariable si no hacemos algo al respecto, frente al mundo y sus ignominias y, sobre todo, ante esa cúspide de psicópatas que carecen de estrofas, de principios, de humanidad… O expresado a la digna manera del maestro -y genio- don Francisco de Quevedo: "¡Que se haga justicia!", es el grito unánime de la humanidad. Es la virtud que hace de la vida algo digno y soportable, pues sin ella las personas estamos expuestas a todo tipo de violencias.
Ps: Como colofón nos ofrece un sentido homenaje a David Lynch, por su estructura y estilo literario ... Que promete ser una narración más extensa.
Ojalá así sea.