Blogia
fransilvania.es

La falsa inocencia

La falsa inocencia

La falsa inocencia

Hablar de la hipocresía a nivel global, sin herir a nadie, pero señalando, es tarea doble. Nada personal, ya que la hipocresía la hemos mamado desde la infancia, en todas las circunstancias de la vida, desde la escuela a las enseñanzas en familia, y cómo no, vinculada a ella están todas las religiones y los estamentos protocolarios de cualquier índole y en todos los estratos sociales.

Tomo al azar, una crítica a la hipocresía política actual, de un artículo en elConfidencial.com, firmado por Rafael Gómez Pérez, Profesor de Antropología Cultural, que resume así: ‘En una palabra, la crítica a la mayoría absoluta es en muchos casos una crítica hipócrita, que recuerda a la fábula de la zorra y las uvas. Como no podía alcanzarlas dijo, bah, no están maduras. Si sobre el hocico de cualquier líder de cualquier partido cayese la uva madura de una mayoría absoluta se relamería de gusto. Y si cayera sobre Rajoy levitaría.’

Muy acertado, Rafael Gómez Pérez, al recordarnos la famosa fábula de la zorra y las uvas. Esto, en cuanto al poder y mayorías absolutas. Pero yo hincaría más el dedo en la llaga porque en esta cuestión, creo que todos han sido hipócritas, puesto que el pueblo había votado pluralidad, convenios, acuerdos y el resultado, sus señorías se lo han pasado por el forro de los mismos.

“La falsa inocencia, me dice la experiencia, se asemeja a la agresión del reptil…” Nos canta Fangoria en su último disco: ‘Canciones para robots románticos’, 2016.

Esa estrofa y algunos de mis poemas, me sirven de lanzadera para sacar punta a este tema tan manido y maniobrado que es el de la hipocresía en todas sus variantes, y muy particularmente en el mundo literario, más bien entre poetas que es donde realmente me ha afectado. No diré algo nuevo, ya otros han dado su opinión al respecto y/o han sentenciado de manera rotunda a los llamados “egos ombligueros”, o quizás soy yo quien les denomina así. Estos seres han proliferado considerablemente, los hay a millares y se multiplican por las redes sociales como cucarachas, atraídas por un imaginario festín y por ‘postureo’ (neologismo acuñado recientemente y usado especialmente en el contexto de la redes sociales para expresar formas de comportamiento y de pose, más por imagen o por las apariencias que por una verdadera motivación) que define muy bien lo que estamos tratando. ¿Estaremos comportándonos como robots? ¿Cómo patrones a imitar? Pero románticos, precisamente no.

Qué ocurriría si en una reunión de amigos, entre poetas, pongamos por caso, hubiera, y siempre lo hay, el ejemplar que resalta y reclama todo el protagonismo, sin escuchar ni atender a los demás, qué pensaría el susodicho y los que le aplauden sus ocurrencias, si uno se levantara, alzara el dedo y dijera en voz alta: no me interesa en absoluto lo que nos estás refiriendo e incluso intentando convencernos con algunas aserciones. Pura demagogia, intrusismo en algunos casos y falta de modestia ¿Te has escuchado bien? ¿Rebobinamos?

Pues lo mismo sucede, cuando cuelgas un post, una opinión, un poema, donde simplemente te mantienes íntegro a tus ideales. Si es peliagudo el tema y tienes seguidores te ignoran, o bien, dejan de seguirte. Otro factor a tener en cuenta es el hecho llano y simple de que la gente no lee, solo mira los titulares, los dibujitos, o la primera frase y, solo se fijan en quien lo firma, al que le llueven miles de alabanzas, elogios desorbitados y cientos de ‘likes’, que es lo que persigue el “ego enfermizo-supremo’, el que cree en sí mismo y además está convencido de ser un ejemplo o referencia de algún ismo innovador dentro de este mundo virtual y de a pie, donde no hay nada nuevo bajo el sol, hace siglos.
Bajemos, por favor, mirémonos y seamos un poco empáticos, prudentes. La arrogancia está de más. Leamos, escuchemos, y no solo lo nuestro.

Acabo -porque el tema está bastante claro- y más aún con el título de la canción a la que hacía referencia: “El escorpión, la marisabidilla y la que quita la ilusión”. Esto es, el ataque por sorpresa, la hipocresía en sí y los oradores sombríos que invaden todos los sectores de la sociedad.

Imagen: egiptoforo.blogspot.com


Fran I. Mendoza, 2016 ©

0 comentarios