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Relatos Disueltos en Sombras

Relatos Disueltos en Sombras

Relatos Disueltos en Sombras 


1.0
Cuando Marta me lo dijo, no supe reaccionar tal y como es normal o como se espera, pasaron unos minutos, conté para mí hacia atrás del nueve al uno y vuelta a empezar, inexpresivo como un objeto, no pude encontrar ni una palabra recurrente, alguna frase de las que se dicen en estas circunstancias; ella me miraba con desconcierto entre sollozos, mientras yo permanecía mudo, en un estado letárgico irracional.


2.0
Días antes, Julián me había llamado por teléfono y me sorprendió, ya que hacía mucho tiempo que no nos comunicábamos. No quería nada especial, simplemente saber de mí y disculparse por el tiempo transcurrido desde nuestra última charla. — Estás bien? -pregunté-— Claro, claro, solo que me acordé... -titubeó- Tenemos que vernos más. — ¡Cuando quieras! Colgué mientras miraba el calendario: martes 1, noviembre de 2022, un 9.


3.0

Tampoco es que fuera necesario disculparse, solo es la pareja de mi amiga Marta, aunque claro... Ahora sé por qué.Repaso: él no me había caído bien de entrada, pero con el tiempo, descubrí que teníamos intereses comunes y se creó, en las pocas ocasiones que estuvimos solos, un clima de una extraña complicidad, una especie de vínculo que nos unía pero sin ni siquiera comentarlo como algo extraordinario.

4.0 

— Se suicidó anoche... Parece ser.El rictus de Marta era de gran dolor, pero un dolor anestesiado, evidentemente, por los ansiolíticos suministrados.Yo permanecía impasible, y pensé que sería conveniente comentar la llamada de Julián, justo un día antes.¿Una despedida? -pensé-Marta ni se inmutó, se limitó a invitarme a un café...Le pedí perdón por mi primera reacción y ella, le quitó importancia... Charlamos de su proyecto y me marché un poco incómodo, no me acostumbraba a la nueva situación.


5.0

Un perro ladra en la esquina, estoy inquieto, ya que siempre me han dado miedo los perros callejeros y acelero los pasos hacia no sé dónde. Está oscureciendo, es una tarde muy fría y otoñal. Voy cantando para mí: Jump they say. Y salto, un escalón en mal estado, casi me caigo.Al otro lado del túnel, me intriga y me paraliza, una sombra que no tiene la intención de moverse del centro.Aprieto los ojos. No sé quién puede ser, ni si me ha venido siguiendo desde qué, o desde cuándo...No sé exactamente nada.La Sertralina me tiene aturdido y no actúo con normalidad. Pierdo el equilibrio...Disparo, aprieto más los ojos y vuelvo a disparar.Me doy la vuelta con ganas de vomitar, vomito al final de las escaleras, dentro de una papelera.Continúo caminando y observo que el puto perro me  sigue (...)

6.0

Mi hermana llamó temprano esta mañana, quería saber cómo se encontraba Marta y si era cierto que estaba atravesando un estado depresivo postraumático...— Y tú, ¿Cómo estás?— Medio dormido, bien. -Y pensé- ¿Acaso duermo alguna vez?
Me hundía entre dunas con un sol de injusticia, muerto de sed; me aconsejó un conejo, un socavón a unos doscientos metros, adonde podría resguardarme...
Me despertó la luz. No soporto la luz tan fuerte por la mañana. Tomé un café para reorganizar mis datos.Lo que hubiera ocurrido y lo que podrían ser simplemente alucinaciones mías.
Llamo a Marta y sin dejarme apenas hablar, me dice que tiene que verme ...
Antes de colgar, le pregunto: ¿Qué tal has dormido?No contesta nada... Y al cabo de unos segundos, me pone sobre aviso —Tengo noticias. 


7.0

Nada más entrar en su casa, -me mira desde la cocina, con los ojos enrojecidos-.— La autopsia revela que Julián no se suicidó.Me cuenta detalles forenses que ha memorizado y explicaciones, conjeturas, que no acabo de entender.— Tengo que ir a ver el cuerpo. Espera que diga algo y digo —vale... Me levanto y me voy.Giro la cabeza desde la puerta: —Ya me contarás. Adiós.


8.0

Llego a casa bastante desconcertado.No sé qué hacer. Pongo la radio, reggaetón, la apago.Tomo un Diazepan, intento relajarme y perder la conciencia...Un poco antes del paso siguiente..Esa frase la repito mentalmente como un mantra.Me he despertado sudando, aún me veo en la calle al anochecer, doblo la esquina y la luz de la farola está parpadeando, fundida. Un perro aparece y ladra muy cerca. Me entra el pánico.Alguien en la otra punta del paso subterráneo, está detenido, ¿me observa?Doy media vuelta. Miro hacia atrás y, la figura parece seguirme ...— ¿Qué ocurre? ¿Es todo una paranoia o lo estoy viviendo, de nuevo

9.0

— ¡Julián! ¡Julián!Alguien me llama desde el otro extremo del túnel que comunica con la salida del metro. A unos metros, reconozco a David, sí, hace tiempo que no nos vemos, hemos quedado en su casa para cenar.Marta está en un atasco y se disculpa por el retraso, -me informa- dándome un apretón de manos.
No nos habíamos vuelto a ver desde aquella tarde, y ya hace meses, en que todo se precipitó...También esperábamos a Marta, y charlábamos de nuestras vidas, y de las coincidencias, los nexos comunes y a la vez, tan distantes por una serie de circunstancias.
Llegamos a su apartamento, y enseguida me sirvió una copa. Me sorprendió al pasarme un gin-tonic con rodaja de pepino, detalle que solo comenté cuando Marta nos presentó, hablando de mil cosas. Haría más de un año.
Habíamos descubierto en aquel segundo encuentro que éramos una especie de almas gemelas, viajes a los mismos lugares y en fechas similares, rupturas de parejas en situaciones muy extremas y aproximadamente, en la misma época, mes arriba, mes abajo.— ¿Casualidades? -sonreía David, detrás de mí-— Teníamos que conocernos antes o después y Marta ha sido la llave maestra. Nuestra conexión personal.
De improviso, el pulso se me aceleró, me sentí horadado, descubierto. Era una sensación extraña. La misma que sentí en la última ocasión...La mirada de David parecía haber llegado al centro de mi mente y lo que me chocó más, se filtraba por mis arterias hasta el corazón. 
Salí a fumar a la terraza, pero apagué enseguida el cigarrillo, porque estaba helando.
— Marta se ha vuelto a casa, por lo visto, ha presenciado un accidente múltiple que ha paralizado la autopista, y la policía le ha acompañado a casa. También ha sido atendida por el equipo de psicólogos, al quedar su coche a centímetros del último colisionado.–me detalló David–.— Voy a verla, al menos, intentar llegar en metro. –le dije a David, mientras me ponía mi cazadora y los guantes–.—¿Te acompaño? Respondí con la cabeza y una sonrisa con agradecimiento, pero no.Se aproximó a mí y me dio un abrazo fuerte. Sentí un recorrido electrificado de pies a cabeza. ¿Electricidad estática?

 

¿Desenlace? 


Estoy recogiendo todas mis cosas, sin ganas y sin prisas. Suena el teléfono, dejo que se agote la llamada...Está lloviendo y me gusta escuchar la lluvia, me hace bien; me recuesto un poco más, me desperté a las tres y después no he podido pegar ojo.
David no me había dicho la verdad.Tuve que ser yo quien descubriera lo que había pasado durante meses...
Julián no se atrevió a contestar a una sola pregunta, solo una y no insistí nunca más, aunque ya, no pueda responder nada.No está.
Aquí estoy, sola y no sé cómo podré olvidar, resolver este puzle donde soy la única pieza sobrante. Una pieza sin casilla. Una sombra disuelta en la oscuridad. Ciega.
Tengo que ir al hospital. Inés, la hermana de David me avisó hace días, me dijo que tenía que hablar conmigo, pero yo apenas tengo amistad con ella, no comprendí simplemente.
Después de su llamada y su entrecortada confesión, me pareció todo aún más complejo.
David estaba arrestado, esperando el veredicto del juez.
Yo había sido la araña confiada que tejió la tela donde cayeron ellos dos, pero la verdadera víctima había resultado ser yo misma... Ellos tuvieron sus más y sus menos, mentiras, excusas y miedos ocultos entre ambos.Nunca lo llegaré a entender del todo.
—Marta, hoy no podré ir a cenar, he tenido un problema con el ordenador y debo esperar al informático...–me avisó una tarde Julián–—Pero David es informático, ¿quieres que le llame yo?– yo, la salvadora, la cómplice colaboradora sin saber que lo era–
Poca importancia tienen hoy esos detalles. 
Inés, tuvo una gran bronca con David, días antes del desastre imprevisible.— Marta, es tu mejor amiga...¿Cómo has podido hacer eso? No saber parar a tiempo... Me has decepcionado como hermana y como mujer. Eres un asqueroso... 
Recojo mis cosas y me voy a casa de mi madre.No queda nada mío en este piso.Echo una última mirada antes de cerrar la puerta y encerrar todas esas sombras que convivieron conmigo durante meses o años.

 

La otra realidad 


Eugenio descorrió las cortinas, la habitación estaba cargada de un aire denso y cerrado, necesitaba ventilarse bien...

Como consecuencia del accidente de tráfico de Marta, hecho que la mantuvo ingresada en la UCI una semana, y después en planta unos quince días más, su estado de sueño y vigilia se había transformado.

Posteriormente y siguiendo de baja por estrés postraumático, ya en casa, continuaba durmiendo más que antes y, profundamente. Ni siquiera necesitaba los hipnóticos que había tomado durante años.

Marta se revolvió entre las sábanas y abrió un ojo...

Vio la mirada de David perdida en el horizonte, mientras la imagen se borraba a la velocidad del vagón de tren que le llevaba...

—Son las 9, buenos días, cariño –le anunciaba Eugenio–.

—Ya... Es que he tenido un sueño horrible.

Tomaron café en la cocina.

—¿Recuerdas algo del sueño?–preguntó Eugenio, que por recomendación terapéutica le indicaron que anotase cualquier detalle, tanto lo referente a pensamientos, conversaciones, sueños o frases incoherentes o no–.

—Poca cosa, mi hermano David estaba vivo, y arrestado al final, no recuerdo más. Había imágenes confusas y caras desconocidas.

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