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La ciudad exánime.Poema tratado por Francisco Cerezo Morilla

Saturado de desinformación mientras no me acostumbro a olvidar

Fotografía: Fim Mendoza
 
La calle resquebrajada apesta a gases letales y rosas secas,
los ojos cerrados no soportan el escozor.
Los azulejos de esta cocina europea
se empañan con el borboteo de la cafetera;
a distintas horas, tú mueres, yo desayuno.
Los horarios lo determinan todo, el tic-tac 
nos marca el paso y lo demás no importa nada.
La inseguridad es un factor cotidiano,
los interiores nos salvaguardan del caos externo,
extremo, extraño, extralimitado, extra.
Pero la piel erizada ante los canales de televisión
no cambia el curso de las cosas,  ni tus pensamientos.
Ni las colas del paro, ni del metro.
Estamos aquí pero no estamos de acuerdo,
no estamos en pie de guerra pero ésta existe
al doblar la esquina, un machete acecha.
Estamos aquí, pero no estamos del todo, nos acorazamos.
Nadie puede poner despertadores a los inocentes,
como tampoco nadie sabe si mañana un temporal
arrasará la isla de Pascua.
O si el mar Menor inundará Murcia y parte de La Mancha.
Tendemos a la hipocresía empolvada de slogans
a la doble faz del apoyo moral pero no físico.
Somos las peonzas sin destino, lanzadas con guantes.
Despedimos a los nuestros con besos y oraciones
y nos seguimos comiendo la rabia como una tarta de arándanos.
Me dices que sabes la verdad, RH+, pero yo sé que no es así,
ni tú ni nadie, sabe lo que nos depara Mater Amantísima Vida.
En tanto, no me acostumbro a ser imparcial
no me doblego ante el portador de soluciones mágicas.
No me acostumbro a olvidar a tantos muertos.

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